martes, 5 de enero de 2010

EPIFANÍA DEL SEÑOR-C

REGRESARON A SU TIERRA POR OTRO CAMINO

SAN MATEO 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
- ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:
- En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: "Y tú. Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; Pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles:
- Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que había visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron: después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

COMENTARIO

Si de verdad el Señor se nos ha manifestado en estos días de Navidad, no es posible retornar a la antigua vida. San Mateo deja bien claro que los Magos regresaron a su tierra por otro camino.
Las manifestaciones de Dios provocan un cambio radical de vida en la persona que las acepta. En estos días Dios se nos ha manifestado de modo palpable. San Juan dice que la Luz se hizo visible en medio de las tinieblas y que los de su propia casa no la quisieron, porque prefirieron vivir en la oscuridad. Está claro que en nosotros está la decisión de aceptar al Dios que se hace hombre, de modo preferente, en los pobres, en los olvidados y rechazados de nuestro mundo. Si aceptamos este hecho, no podemos seguir caminando por el mismo camino; nuestra vida ha de experimentar un cambio radical, una conversión, una transformación. Los Magos acudieron a Belén a contemplar esa Luz, adoraron al Niño y emprendieron un nuevo camino, una nueva vida.
En el relato de san Mateo hay otro hecho que invita a la reflexión. Dios no excluye a nadie en su manifestación. A todos se nos ha manifestado y todos hemos recibido la misma invitación a aceptarlo encarnado en la debilidad humana. Nadie puede alegar el haber sido excluido, y en cada uno radica la responsabilidad de aceptar a un Dios que se nos muestra así y que nos invita a hacer nosotros lo mismo, como único y mejor camino de redimir el mundo.
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