viernes, 8 de febrero de 2013

V DOMINGO ORDINARIO - C

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 15, 1-11
Hermanos:
Os recuerdo el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado nuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los Apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los Apóstoles, y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien, tanto ellos como yo, esto es lo que predicamos, esto es lo que habéis creído.

COMENTARIO

Los corintios tienen un grave problema: Se les plantea la duda sobre la resurrección de los muertos. Para los griegos no es necesario resucitar de los muertos para alcanzar una vida feliz más allá de la muerte. Sin embargo, el mensaje que les transmite Pablo afirma que la Resurrección es el centro de nuestra fe. Pablo se ve en la obligación de reafirmar su mensaje con claridad y firmeza. Una y otra vez insistirá en él con sus palabras y su testimonio de vida.

Ahora situémonos un par de milenios más tarde y enseguida advertimos que se trata del mismo problema de los creyentes de hoy. Con los avances tecnológicos el hombre ha conseguido un mundo casi completamente feliz. Se prolonga la vida y vida de calidad hasta límites insospechados hace tan solo unas décadas. ¿Hasta dónde es capaz de llegar el hombre? ¿Hay necesidad de aspirar a una vida completamente feliz más allá de la muerte? ¿No alcanzaremos la felicidad plena algún día en este mundo? Las preguntas son interminables.

Hoy, como entonces, los creyentes tenemos que seguir dando testimonio del mensaje central de nuestra fe: la Resurrección.

San Pablo también nos dice que no es posible dar este testimonio sin antes haber visto al Señor Resucitado.

Esta puede ser la plegaria de este día: Señor, muéstrate a nosotros con la claridad con la que te apareciste a tus Apóstoles Pedro, Santiago, Juan… y Pablo, para que los creyentes demos testimonio de nuestra fe ante los hombres. Amén.
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