jueves, 13 de febrero de 2014

VI DOMINGO ORDINARIO - A

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 2, 6-10

Hermanos:
Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.
Y Dios nos lo ha revelado, por el Espíritu, y el Espíritu lo sondea todo incluso lo profundo de Dios

COMENTARIO

San Pablo está hablando aquí de la sabiduría de la Cruz: inconcebible para los sabios griegos y escándalo para los judíos. Sin embargo, de esto se trata: este es el mensaje que debemos hacer llegar al mundo de forma comprensible. Para ello, primero tenemos que aceptarlo nosotros mismos: Sin cruz no hay resurrección.

Los creyentes hemos de comenzar por ver al Señor crucificado en cada hombre que sufre, que es víctima de la incomprensión, de la explotación, del hambre, de la injusticia, de la mofa, del abandono…

El segundo paso que debemos dar es el de subir a la cruz del crucificado, para hacerle compañía, aliviarle su dolor, sacarle de esa situación de la que él solo no puede salir: Se trata del mandato del amor fraterno.

Es posible que no veamos nunca el final de esa situación de dolor que compartimos, pero la fe nos dice que tras la cruz está la resurrección, y esta última es ya tarea del Padre de todos.
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