PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN
PABLO A LOS CORINTIOS 2, 6-10
Hermanos:
Hablamos,
entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes
de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría
divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para
nuestra gloria.
Ninguno
de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues si la hubiesen conocido,
nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino , como
está escrito: Ni el ojo vio, ni el oído
oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.
Y Dios
nos lo ha revelado, por el Espíritu, y el Espíritu lo sondea todo incluso lo
profundo de Dios
COMENTARIO
San
Pablo está hablando aquí de la sabiduría de la Cruz: inconcebible para los
sabios griegos y escándalo para los judíos. Sin embargo, de esto se trata: este
es el mensaje que debemos hacer llegar al mundo de forma comprensible. Para
ello, primero tenemos que aceptarlo nosotros mismos: Sin cruz no hay
resurrección.
Los creyentes hemos de comenzar por ver al Señor crucificado en cada hombre que sufre, que es víctima de la incomprensión, de la explotación, del hambre, de la injusticia, de la mofa, del abandono…
El segundo paso que debemos dar es el de subir a la cruz del crucificado, para hacerle compañía, aliviarle su dolor, sacarle de esa situación de la que él solo no puede salir: Se trata del mandato del amor fraterno.
Es
posible que no veamos nunca el final de esa situación de dolor que compartimos,
pero la fe nos dice que tras la cruz está la resurrección, y esta última es ya tarea
del Padre de todos.
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