jueves, 6 de febrero de 2014

V DOMINGO ORDINARIO - A

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 2, 1-5
Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

COMENTARIO

San Pablo había sido el fundador de la comunidad cristiana de Corinto; pero llegó a tal punto de desencuentro con ellos que se ve obligado a tratar de recuperar la primera relación de amistad. Les escribe una serie de cartas, que nosotros conocemos ya recopiladas en dos.
Aquí Pablo les recuerda cómo se presentó ante ellos: con el poder del espíritu y con la sabiduría de la Cruz. Pablo no presume de ser sabio humanamente hablando, ni se considera un experto orador. Desde esta perspectiva pretender ganarse de nuevo el aprecio de los Corintios, no a él, sino a su mensaje. Pablo no se predicó a sí mismo, como algunos creen sino a Cristo y este crucificado.
Aquí tenemos todo un modelo de evangelizador. El apóstol debe ser consciente de que su tarea es anunciar el evangelio con el poder del Espíritu y que este trabajo se lleva a cabo a través del sufrimiento, de la cruz.

Una aplicación práctica: Cuando busquemos un buen predicador para la fiesta del patrono del pueblo, para una novena, no busquemos un buen orador sino un buen testigo del evangelio, que su persona sea la imagen de la cruz por la que debe pasar todo buen cristiano.
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