PRIMERA
CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 3, 15-18
Queridos
hermanos:
Glorificad
en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de
vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y
en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden
confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es
padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo
el mal. Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el
inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo
mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
COMENTARIO
«Mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal».
En
esto consiste precisamente el dar razón de nuestra esperanza a todo el que la
pidiere: Hacer el bien aun a costa de recibir a cambio males: incomprensión,
desagradecimiento, insultos, exigencias…
Esto
es lo que hizo Cristo por nosotros: siendo inocente se ofreció a padecer y morir
por los pecadores. No hizo distinción entre buenos y malos, entre santos y
pecadores.
Este
es el testamento que nos dejó: Amaos como yo os he amado. Se trata de un amor
universal que va más allá de los amigos y de los que nos corresponden; el amor
debe llegar también a los que no nos pueden devolver nuestro favor e incluso a
los enemigos, a aquellos que nos responderán con la ingratitud y hasta con el
mal.
El
conocimiento de Cristo no consiste solo en leer el evangelio para conocer sus
palabras y admirar sus obras, sino principalmente en imitar su ejemplo: padecer
haciendo el bien, si es la voluntad de Dios. Así lo afirma Pedro en su carta.
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