miércoles, 14 de mayo de 2014

V DOMINGO DE PASCUA - A

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 2, 4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Dice la Escritura: «Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado».
Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: esta se ha convertido en piedra angular», en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ese es su destino. Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa.

COMENTARIO

Jesús elige imágenes que el pueblo ve, contempla cada día y sabe de su valor y servicio: El camino nos facilita el encuentro, nos hace accesible la meta; las piedras son elementos sólidos de construcción… El pueblo sencillo encuentra así comprensible el mensaje que Jesús les transmite acerca de su Padre, del Reino, de sí mismo.
Los apóstoles -Pedro en su carta- utilizan la misma metodología para dirigirse a los primeros cristianos. Todos nos imaginamos lo que es una piedra angular y su importancia en la edificación de una casa; el resto de las piedras y material de construcción también son importantes, porque sin ellos no habría edificio; sin embargo, la piedra angular es la que da solidez a la construcción.
Jesús, el Señor, se nos presenta como la nueva piedra angular; y se nos dice que es piedra viva, esto significa que la anterior piedra angular ha pasado a la historia, ya no sirve para edificar el nuevo edificio (la Iglesia, el templo del Espíritu). Si queremos formar parte como piedras del nuevo edificio, hemos de aceptar que Cristo es la piedra angular y nosotros estamos llamados a ocupar un sitio dentro del nuevo edificio. De esto se trata. Cada uno ocupará un puesto tan digno como el del resto, según la vocación recibida. Tan solo una piedra de este edificio es superior en grandeza: la Piedra angular, es decir Cristo.
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