miércoles, 18 de junio de 2014

CORPUS CHRISTI - A

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 10, 16-17
Hermanos:
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

COMENTARIO

La situación de la comunidad de Corinto era desastrosa: divisiones, enfrentamientos, tensiones, envidias...; la propia reunión dominical se había convertido en desenfreno, borracheras, orgía. Pablo les invita a recuperar el primitivo ambiente de fe al reunirse en la participación de la eucaristía, porque el pan y el vino, transformados en el cuerpo y sangre de Cristo les unen en comunidad; no son solo signo de unidad sino también producen esa unión comunitaria.

Probablemente la comunidad de Corinto había perdido el sentido profundo de fe de aquellas reuniones dominicales. Hoy tal vez nos suceda lo mismo a los cristianos de nuestro tiempo; nos da lo mismo acudir que no a la eucaristía dominical, porque la vemos aburrida, con escaso sentido, en ocasiones incomprensible, de poca utilidad; en nada se parece a cualquier otra reunión de compañeros de empresa, amigos o familia. La inmadurez en la fe o el haber perdido el contexto de fe en el que se debe vivir la eucaristía nos hace inconscientes de la fuerza de unidad y comunión con Cristo que encierra y del alimento espiritual que supone para nuestro caminar cristiano.
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