CARTA
DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 8, 18-23
Hermanos:
Considero
que los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos
descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena
manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por
su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la
creación misma se vería libre de la esclavitud de la corrupción, para entrar en
la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la
creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso;
también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro
interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro
cuerpo.
COMENTARIO
Con
esta esperanza vivía san Pablo y vivimos también los creyentes de hoy: Dios
Padres, sembrador excelente, ha puesto en nosotros la semilla del Espíritu;
ahora espera pacientemente que brote y de su fruto.
Nosotros
somos la tierra en la que Dios Padre
ha depositado la semilla del Espíritu. Como tierra esperamos con calma las
lluvias tempranas y las tardías. Nuestro deber es mantenernos como esponjas,
abiertos a las gracias que nos llueven constantemente desde el cielo, para que
la semilla germine y de fruto abundante. Endurecer el corazón es petrificar el
terreno, inhabilitándolo para absorber todo don venido del cielo.
Mantenerse
tierra fértil largo tiempo es tarea ardua, es un peso difícil de soportar; tan
solo la esperanza de que la gloria que nos espera compensa el esfuerzo nos
mantiene firmes en nuestra fe.
Son palabras de ánimo de san Pablo a los creyentes de Roma y que hoy nos
ayudan también a nosotros en nuestro caminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario