miércoles, 9 de julio de 2014

XV DOMINGO ORDINARIO - A

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 8, 18-23
Hermanos:
Considero que los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería libre de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

COMENTARIO

Con esta esperanza vivía san Pablo y vivimos también los creyentes de hoy: Dios Padres, sembrador excelente, ha puesto en nosotros la semilla del Espíritu; ahora espera pacientemente que brote y de su fruto.
Nosotros somos la tierra en la que Dios Padre ha depositado la semilla del Espíritu. Como tierra esperamos con calma las lluvias tempranas y las tardías. Nuestro deber es mantenernos como esponjas, abiertos a las gracias que nos llueven constantemente desde el cielo, para que la semilla germine y de fruto abundante. Endurecer el corazón es petrificar el terreno, inhabilitándolo para absorber todo don venido del cielo.
Mantenerse tierra fértil largo tiempo es tarea ardua, es un peso difícil de soportar; tan solo la esperanza de que la gloria que nos espera compensa el esfuerzo nos mantiene firmes en nuestra fe.
Son palabras de ánimo de san Pablo a los creyentes de Roma y que hoy nos ayudan también a nosotros en nuestro caminar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario