Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,
13-15. 29-32
Hermanos:
Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Si su
reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un
volver de la muerte a la vida?
Pues
los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros,
en otro tiempo, erais rebeldes a Dios- pero ahora, al rebelarse ellos, habéis
obtenido misericordia.
Así
también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida
por vosotros, alcanzaran misericordia.
Pues
Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
COMENTARIO
A Pablo le preocupa el futuro de su propio pueblo,
Israel. Sin embargo, busca argumentos que le convenzan, primeramente a él mismo
y luego a los demás, para mantener firme la esperanza de que su pueblo también
alcanzará la salvación traída por Cristo Jesús. Así como la obediencia de ellos
atrajo la misericordia de Dios sobre los gentiles, así ahora la obediencia de
los gentiles atraerá la misericordia de Dios sobre el pueblo de Israel.
Se trata de toda una lección pedagógica para los
pastores de hoy. Siempre hay razones para la esperanza salvadora de Dios. A
nadie debemos dar por condenado, por perdido definitivamente. Dios tiene
paciencia infinita y espera para intervenir en la salvación de todos sus hijos,
a quienes Jesús, el Señor, rescató con su sangre.
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