martes, 29 de julio de 2014

XXII DOMINGO ORDINARIO - A

Carta de san Pablo a los Romanos 12, 1-2

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.
Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

COMENTARIO

La corporeidad también forma parte del culto agradable que debemos ofrecer a Dios. En el entorno pagano en el que se mueven los cristianos, los ritos mágicos pretendían liberar al hombre de la pesada carga que supone el cuerpo: dolores, limitaciones físicas… En el culto cristiano también el cuerpo toma protagonismo en el culto a Dios: «…presentar vuestros cuerpos como hostia viva».

Por otra parte el culto del creyente debe tener posteriores implicaciones en la vida cotidiana: transforma nuestro modo de pensar, sentir, nuestra voluntad…; nos ayuda a discernir la voluntad de Dios y nos impele a comprometernos en la renovación de la propia vida personal y de los demás, orientándolas hacia Dios.
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