jueves, 18 de mayo de 2017

VI DOMINGO DE PASCUA - A

Hechos de los apóstoles 8,5-8.14-17:
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

COMENTARIO

La presencia del Espíritu se hace notar en las tres lecturas de este domingo. Está próximo el domingo de Pentecostés y se nos va introduciendo en este contexto del Espíritu que se hace presente en la Iglesia y la guía con su fuerza misteriosa.
Hoy damos un paso más. El pasado domingo leíamos un texto en el que la Iglesia se abría a la nueva mentalidad helenista: la Iglesia siempre atenta a los nuevos signos de los tiempos, insertándose en el mundo que le toca vivir en cada momento de la historia de la humanidad.
Hoy Lucas nos presenta un paso más en esa aceptación de un mundo rechazado por el judío tradicional: se trata de los samaritanos, tenidos por paganos. Pues bien, es precisamente un helenista, Felipe, quien lleva el anuncio del evangelio, el mensaje de la Resurrección a Samaria y, sorprendentemente, es aceptado con alegría por aquel pueblo.
Felipe baja a la ciudad de Samaria y predica allí a Cristo. Su mensaje es aprobado y aceptado por muchos, pues ven los signos y prodigios que lo acompañan.
Es evidente que el Señor quiere que allí se anuncie también su mensaje de salvación. Ahora solo queda que los apóstoles más representativos, Pedro y Juan, bajen a Samaria  y recen por aquella comunidad para que el Espíritu descienda también sobre ellos, como así sucede.
Estamos ante una Iglesia que va a las “fronteras”, de las que tanto habla el actual papa Francisco. Allí predica el evangelio y es consciente de que es mejor aceptado que entre el propio pueblo escogido.

Aprendamos la lección que nos deja este relato de los Hechos de los Apóstoles, que escuchamos en este domingo y que es continuación del relato del domingo anterior. Anunciemos sin temor el mensaje del evangelio, demos testimonio de nuestra fe, estemos siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pida –aconseja Pedro en su carta. Vayamos a las “fronteras”, allí donde tenemos la impresión de que no vamos a ser escuchados. Es probable que quedemos gratamente sorprendidos, como Felipe en Samaria.
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