DEUTERONOMIO 18, 15-20
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«El Señor, tu Dios, te suscitará de
entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo
escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la
asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor mi Dios, ni quiero ver
más ese gran fugo, para no morir”.
El Señor me respondió: “Está bien lo
que han dicho. Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis
palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré
cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el
profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya
mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá” ».
COMENTARIO
El libro del Deuteronomio impulsa una
renovación de la vida religiosa del pueblo. Aquellos israelitas piadosos
venidos a Judá después del 721 a. C. traían ideas nuevas, que a nosotros nos
pueden resultar excesivamente tradicionales, pero que resultaron ser
innovadoras para recuperar una vida religiosa más concorde con la Alianza de
Moisés.
Surge así la figura del profeta como
enviado por Dios para hacerse comprender por su pueblo. La Iglesia vio, en este
anuncio de un profeta transmisor fiel de la palabra de Dios, la figura de
Jesús, el hijo de Dios encarnado, por medio del cual el mensaje de Dios nos
resulta comprensible.
La figura del profeta es la
alternativa a magos, adivinos y vaticinadores. El profeta hablará en nombre de
Dios y transmitirá fielmente su palabra. El profeta que diga hablar en nombre
de Dios y transmita un mensaje falso tendrá que dar cuentas ante Dios, así como
el pueblo que no siga los consejos del profeta.
Dos enseñanzas se desprenden de este
texto:
- En primer lugar, Dios ha querido siempre el bien de su pueblo; por ello buscó siempre caminos para hacerse comprender por el hombre. La figura del profeta es un paso innovador en la pedagogía de Dios para enseñar al pueblo el camino por donde conducirse para alcanzar la felicidad en la tierra.
- En segundo lugar, siempre hubo dentro del pueblo judío hombres piadosos que buscaron el bien del pueblo y no se aprovecharon de él valiéndose de su autoridad o sabiduría. Estos sacerdotes y conocedores de la Alianza abrieron caminos de renovación, con frecuencia arriesgados, como la aparición de la figura del profeta.
- En primer lugar, Dios ha querido siempre el bien de su pueblo; por ello buscó siempre caminos para hacerse comprender por el hombre. La figura del profeta es un paso innovador en la pedagogía de Dios para enseñar al pueblo el camino por donde conducirse para alcanzar la felicidad en la tierra.
- En segundo lugar, siempre hubo dentro del pueblo judío hombres piadosos que buscaron el bien del pueblo y no se aprovecharon de él valiéndose de su autoridad o sabiduría. Estos sacerdotes y conocedores de la Alianza abrieron caminos de renovación, con frecuencia arriesgados, como la aparición de la figura del profeta.
Estos judíos piadosos, custodios
fieles de la Alianza, son un testimonio para nuestro tiempo: Dios permanece
fiel a su amor al hombre y nos anima a emprender con valentía y decisión nuevos
caminos de encuentro entre Dios y los hombres.
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