miércoles, 26 de abril de 2023

IV DOMINGO DE PASCUA - A

 Juan 10, 1-10

[…] Las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas… camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños... las ovejas no los escucharon.

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.

 

COMENTARIO


En algunos ambientes de la Iglesia se insiste en la necesidad imperiosa de un magisterio eclesiástico, hoy más que nunca, ante la gran desorientación que reina en el grupo de los creyentes: ¿Cómo distinguir, si no, la voz del Pastor? Puede que sea cierto, pero no parece desprenderse esta idea del texto evangélico de san Juan.

En el capítulo 10 del evangelio de san Juan se habla de un pastor –Jesús– y de unas ovejas –creyentes y no creyentes –. Se nos dice que las ovejas conocen la voz de su pastor y por eso solo le escuchan a él.

Oímos hablar a nuestros obispos en sus cartas pastorales, no siempre coincidentes, en ocasiones discordantes. Oímos también a nuestros sacerdotes y no siempre identificamos la voz del Pastor. Oímos a los teólogos y no los comprendemos porque siguen interpretando los textos sagrados en un lenguaje demasiado lejano ya para nosotros, porque los términos que usan ya no se reflejan en los avances de las ciencias actuales. ¿Cómo distinguir la voz de Jesús en medio de esta mezcla de lenguajes? Algo semejante les debió de pasar a los constructores de la torre de Babel (Gén 11, 1-9).

¿Dónde escuchar la voz de Jesús, nuestro pastor?

Se me ocurren algunas ideas:

-La voz de nuestro pastor está en su palabra, en el Evangelio, en las Escrituras.

-La voz del Pastor resuena con fuerza en nuestras casas en nuestras calles, en el mundo, en aquel que demanda un gesto de respeto, de acogida, de amor.

-Su voz la identificamos en el enfermo, en el pobre, en el indigente que nos tiende su mano en la calle.

-Está también en el hospital postrado en la cama; en el que está en su casa solo, sin poder salir, ni tener con quien compartir un rato de charla amigable o a quien pedirle que le acompañe al médico o a dar un paseo por la vecindad, porque se halla impedido.

-La voz del Pastor se oye con fuerza en las naciones en guerra, en los campos de refugiados e inmigrantes, en las cárceles, en pueblos que viven en la más clamorosa miseria.

En estos y otros lugares similares, sí se reconoce la voz del Pastor. Difícilmente distinguimos hoy la voz del Pastor en las homilías de las iglesias, en las conferencias de los teólogos, en las reuniones parroquiales, en las catequesis. En estos ambientes no es fácil de distinguir, hay demasiadas voces, discordantes unas de otras.

La lectura y meditación del evangelio en el silencio de la oración nos abrirá nuevos caminos que nos ayuden a encontrar los lugares donde reconocer la voz del Pastor: «Oí tu voz, que me llamaba con amor, // oí tu voz y tu dulzura me cautivó. // Tú me llamaste mi Señor y aquí estoy yo. // Oí tu voz, que me llamaba con amor, // oí tu voz y tus palabras yo escuché. // Tú me guiaste mi Señor y aquí estoy yo».

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