miércoles, 3 de mayo de 2023

V DOMINGO DE PASCUA - A

 Jn 14, 1-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.

Tomás le dice:

- Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Jesús le responde:

- Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.

Felipe le dice:

- Señor, muéstranos al Padre y nos basta.

Jesús le replica:

- Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.

 

COMENTARIO

 

Aquel pequeño grupo de apóstoles no las tiene todas consigo. Apenas les dice Jesús que él se va al Padre, ya tiemblan al sentirse solos, crece la inseguridad en ellos: sin el Maestro al lado no son nada. De poco sirven las palabras de confianza que les dice Jesús: se sienten huérfanos. No acaban de entender que Jesús no puede mostrarles al Padre con mayor claridad: Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. Y ahí están las obras que manifiestan claramente que Jesús viene del Padre. Dios Padre ha dejado de ser un misterio para ellos.

Pues bien, en este grupo, de fe tan débil, fía Jesús el inicio de la Iglesia. El resultado ya lo estamos viendo. Hoy también el Señor pone en nuestras manos la continuidad de su obra de salvación. Él está ahí presente, no nos ha abandonado nunca; pero la tarea es nuestra y somos capaces de llevarla a cabo, porque el Señor nos conoce mejor que nosotros mismos. Es humano que surja en nosotros la duda, la incertidumbre, la inseguridad en nuestras propias fuerzas y en nuestra capacidad; sin embargo, tenemos la seguridad que nos da el Señor al fiarse de nosotros y la valentía que nos da su presencia, invisible a los ojos humanos, pero clara para los ojos de la fe.

Nuestra mirada ha de estar ahora en aquel primer grupo de discípulos. En los Hechos se nos describe cómo comenzaron a organizarse material y espiritualmente. Naturalmente hay inquietud, dudas, preguntas sin fáciles respuestas, mucha incertidumbre. Sin embargo, El Padre y Jesús están con nosotros y su Espíritu ilumina nuestra inteligencia y anima nuestro espíritu. Exactamente igual que entonces, ahora también se nos invita a la colaboración. No todo es obra de los sacerdotes y catequistas, el resto de los fieles también están llamados a colaborar en el servicio, en el cuidado de nuestros lugares de encuentro, celebraciones litúrgicas y de convivencia. Hay que dedicarse también al servicio de la Palabra, a leer y meditar el Evangelio y ver qué nos pide hoy el Señor. Ya son muchos los que están manos a la obra: colaboran en la limpieza y adorno de nuestros lugares de culto, en las tareas de Cáritas, en la recogida y reparto de alimentos, ropa, medicinas, hacen la compra de cada día, traen las medicinas a los más ancianos y personas con dificultad de movimiento. Exactamente igual que se organizaban los primeros cristianos. Estamos pues en el buen camino. Se trata de que cada día seamos más.  San Pedro, en su carta, nos llama piedras vivas del nuevo templo, que es la comunidad cristiana. También debemos cuidarnos interiormente con la oración, así se nos sugiere en el libro de los “Hechos de los apóstoles”.

Conocemos a Jesús, y conocemos al Padre, al contemplar al hijo. Nuestras limitaciones humanas no nos permiten mayor claridad, pero esto nos basta. El Señor Jesús es el camino para llegar al Padre. Su proyecto de salvación es realizable y nosotros somos los encargados de darle continuidad y difusión; si no fuera así, ya nos lo hubiera manifestado el Señor.

Así pues, que ni la comodidad ni el miedo nos lo impidan. Nuestra seguridad aumentará en la medida que profundicemos en el conocimiento del Señor, porque en la misma medida se nos manifestará Dios Padre y ello nos dará firmeza en nuestro obrar.

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