miércoles, 6 de diciembre de 2023

II DOMINGO DE ADVIENTO - B

 San Marcos 1, 1-8


Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”».

Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:

«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

 

COMENTARIO

Frente a tantas catástrofes naturales y humanas: guerras, terrorismo, enfermedades, pobreza extrema, paro, que generan preocupaciones, miedo, malestar, inseguridad y pesimismo, el adviento es una llamada incesante a la esperanza, nos recuerda que Dios se hace presente en nuestra historia, en su hijo Jesús, para reconducirla a su fin último y a su plenitud. «Dios está presente en la historia de la humanidad, es el ‘Dios con nosotros’ (Emmanuel), camina a nuestro lado para sostenernos.

El papa nos recuerda: Vivir la fe «no es un calmante para los que están estresados, sino una historia de amor para los que están enamorados».

Estos días de adviento nos invitan a todo esto que nos recuerda el papa Francisco. Cada día, cada domingo especialmente, leamos y escuchemos la palabra de Dios, meditándola luego a lo largo del día y de la semana. ¿Cómo hacerlo en medio de mis ocupaciones, en la calle o en casa? Siempre hay una frase, una palabra que nos interroga, que nos llama la atención, que se nos queda más gravada porque dice relación con alguna vivencia personal o grupal. Pues bien, repitámosla a lo largo del día varias veces o permitamos que aflore en nuestra mente mientras caminamos o hacemos las más diversas tareas; no la consideremos una molestia y aparecerá reiteradamente ante nosotros.  Eso es meditar, eso es también oración, eso es interiorizar el mensaje que el Señor nos envía ese día para darnos esperanza, ayudarnos a vivir o entregarnos con mayor generosidad a los demás. No lo olvidemos, esto es preparar la Navidad, preparar los caminos para la próxima llegada del Señor.

San Marcos nos presenta hoy la figura de Juan el Bautista, personaje austero y duro consigo mismo, y muy exigente con los demás. Podríamos considerarlo como el “desbrozador” del mensaje de salvación que luego nos traerá Jesús, el Hijo de Dios, con palabras cercanas, rebosantes de perdón y esperanza. Todos nosotros distinguimos entre la labor del desbrozador de una finca y el segador del césped del parque. Pues algo así es la diferencia que hay entre la predicación de Juan y la de Jesús, las dos muy necesarias.

Durante estos días de adviento Juan el Bautista nos ayudará a preparar el camino al Señor para que cuando llegue, como cada Navidad, lo encuentre llano, sin baches ni piedras que dificulten el caminar por él.

Que estas imágenes nos ayuden a comprender mejor el mensaje de salvación que nos llega un año más:

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos». «La salvación está cerca de los que le temen, y la gloria habitará en nuestra tierra» (Sal 84).

San Pedro nos desea en su carta que mientras esperamos los cielos nuevos y la tierra nueva, donde reinan la paz y la justicia, que el Señor nos encuentre «en paz con él, irreprochables e intachables».

Que María Inmaculada, la llena de gracia, la que lleva al Señor consigo, nos ayude en nuestra preparación a la Navidad.

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