Mt 28, 16-20
En aquel tiempo los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:-Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo.
COMENTARIO
El mundo occidental empleó mucho tiempo y esfuerzos
por explicarnos con palabras muy precisas el misterio de Dios, de modo que no
nos queden dudas sobre su identidad. Y así nos ha lucido el pelo: cuanto más
creíamos acercarnos al misterio de Dios más nos quedaba por recorrer, al menos
esa era la sensación que teníamos. Tal vez todo resulta más sencillo de
comprender si afirmamos simplemente de Dios (Padre, Hijo y Espíritu)
que es AMOR y que nosotros somos una imagen minúscula de él,
pero al fin y al cabo imagen; y que Jesús, el Señor, es la imagen más perfecta
del Dios Amor que podemos alcanzar a entender y percibir con nuestros sentidos.
De este modo, para tener una imagen comprensible de Dios basta que contemplemos
los gestos de amor de Jesús en el evangelio y los del ser humano: una caricia
de ternura, una sonrisa, una ayuda al que pide en la acera, un simple saludo,
la compañía a un enfermo, a un anciano, a alguien que vive solo… Así todo es
más sencillo, y seguro que sacamos una idea más clara de quién es Dios, que si
nos dedicamos a estudiar conceptos de Dios elaborados por sesudos teólogos.
Contemplamos imágenes de Dios donde dos se besan, se abrazan, se ayudan, se
desviven el uno por el otro, se perdonan… La imagen de Dios está ausente donde
se compite por ser más que el otro, donde se hace la guerra, donde hay
envidias, rencores inolvidables, riñas, odios, zancadillas… Aquí no es posible
ver a Dios, porque sencillamente no está.
Estos días las noticias de los diversos canales de
televisión nos ofrecen con frecuencia imágenes como la que encontramos en la
portada de la prensa del lunes pasado: Un hombre desconocido, con un rostro
expresivo de ternura y compasión, porta en brazos el cadáver de una niña
víctima de una explosión y derrumbe de un edificio en la franja de Gaza.
Pues bien, como estas imágenes, que tanto se comparten
en las redes sociales y otros medios de comunicación, hay muchas otras que cada
día se repiten en nuestro mundo y que nos pasan inadvertidas. Estas son las
imágenes que mejor manifiestan a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es decir a
la Trinidad. Ellas nos ayudan a conocer mejor a Dios: Nos manifiestan a un
Dios, que se encarna en el Hijo y en sus hijos, y a quienes impulsa a actuar
con su fuerza poderosa (el Espíritu).
La Biblia, en repetidas ocasiones nos previene contra
la construcción de imágenes de Dios, incluidas las que crea nuestra mente. Sin
embargo, aún no hemos aprendido la lección, porque seguimos empeñados en
encerrar a Dios en nuestras estatuas materiales y mentales, mientras que a Dios
Trino lo tenemos presente y actuando en nosotros.
Alegrémonos y celebremos la presencia de Dios uno y
trino, quien de vez en cuando nos abre los ojos y despierta nuestra mente para
que lo contemplemos con mayor claridad, como en estos días.
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