miércoles, 10 de julio de 2024

XV DOMINGO ORDINARIO - B

 Mc 6, 7- 13

En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no túnica de repuesto. Y añadió:

- Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

 COMENTARIO

El profeta, el sacerdote, el seguidor de Jesús, el enviado de Dios no son representantes de una importante empresa de productos de consumo. Esto es lo que se desprende del texto evangélico de San Marcos. El discípulo del Señor se pone en camino tan solo con lo imprescindible: el calzado para caminar y el bastón que le facilita el andar; lo demás sobra. Lo único importante y necesario es llevar la propia mochila cargada de vida interior, de celo pastoral a prueba de todo tipo de dificultades, una fe robusta y una esperanza a prueba de cualquier contratiempo: ese es el bagaje que se debe llevar dentro y que no supone ninguna carga física. La presencia de Jesús resucitado en nuestras vidas proporciona todo esto.

¿Habrá quien acepte así ser testigo del Reino? ¿Hay jóvenes dispuestos a emprender la marcha por el Reino de esta guisa? Sabido es que nuestros jóvenes, desde la más tierna infancia han sido educados y rodeados de todos los pertrechos electrónicos, han tenido a su alcance todos los caprichos del momento, porque nuestro nivel de vida lo ha permitido. Comprendamos ahora que de una multitud educada así es difícil que haya una respuesta afirmativa y decidida a la llamada divina a ponerse en camino con tan solo un bastón y un par de sandalias.

Estos días en que asistimos al campeonato europeo de fútbol, me viene a la memoria el comentario de un periodista deportivo en la prensa del mes de junio del año 2018, con ocasión del campeonato mundial de fútbol en Rusia, sobre el éxito de la selección de Croacia, que llegó a jugar la final contra Francia. Reflexionaba sobre el porqué de aquel éxito que asombró a tanta gente. Afirmaba que solo se explicaba su éxito en la capacidad de sufrimiento, no caer en el desánimo, tener fe en el éxito y constancia en el esfuerzo hasta el agotamiento. Y se preguntaba: “¿De dónde les vienen estas virtudes tan humanas y cristianas?”. Pensaba él –acertadamente– que de ser los niños de la guerra de la antigua Yugoslavia. Es allí donde se forjó su carácter: en el dolor, el hambre, la pérdida de seres queridos y del propio hogar, vivir en la inseguridad, en la soledad y en la carencia de casi todo. Es ahí donde maduró su personalidad, robustecieron su fe los que eran creyentes y sus mayores les ayudaron a mantener viva siempre la esperanza. El entrenador de aquel equipo contaba a un reportero que él siempre llevaba el rosario en un bolsillo y decía que se aferraba a él cuando pasaba por momentos difíciles y entonces todo le resultaba más fácil. «Dios está a diario en mi vida» –aseguraba con rotundidad. Su secreto era la humildad y la constancia, que provenían de su profunda fe.

La familia y nuestra sociedad, creyente o no, deberíamos reflexionar en el modelo de educación que estamos dando y la que deberíamos dar a nuestros hijos. Este consejo es igualmente válido para todos los que se dedican a la educación de los jóvenes, particularmente si deseamos que de entre ellos surjan líderes responsables, profetas valientes como Amós, sacerdotes virtuosos, seguidores decididos de Jesús; dispuestos a ir por el mundo haciendo el bien, tan solo con un par de sandalias y un bastón.

El sacerdote, profeta y creyente debe entender que solo así se expulsan los demonios, se cura a los enfermos, se obran los milagros.

Señor, que la eucaristía que celebramos hoy sea nuestra fuente de energía para seguir anunciando tu evangelio y haciendo el bien.

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