Jn 2, 13 22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto
de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus
discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces
intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar
así?».
Jesús
contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos
replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas
a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando
resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había
dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
COMENTARIO:
En este Año Jubilar de la Esperanza, la
Fiesta de la Dedicación de la Basílica de san Juan de Letrán en Roma nos brinda
la oportunidad de recordar nuestros orígenes como pueblo cristiano.
Esta Basílica de San Juan de Letrán es
la Catedral de Roma erigida en el año 320 por el emperador Constantino.
Posteriormente se construye la Basílica de San Pedro entre 1506 y 1526 sobre
los restos de otra.
Inicialmente el papa residía en la
Basílica de San Juan de Letrán y allí tiene su sede, su cátedra como obispo de
la ciudad y diócesis de Roma. De ahí que esta celebración tenga un sentido
especial. La celebración, este año, coincide con este domingo. El Papa tuvo en
Roma diversas residencias, hasta que en 1870 el papa Pío IX pasó a residir
definitivamente en el Vaticano.
Es lo que hoy celebramos en este Año
Jubilar de la Esperanza con la Festividad de la Dedicación de la Basílica de
San Juan de Letrán. Es símbolo de la autoridad y el magisterio de Pedro y sus
sucesores, los papas.
«No
convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Hay dos
textos claves que se nos ofrecen hoy. El primero nos conecta con la fe del
pueblo de Israel y el segundo perfecciona la visión del primero.
Para un buen
judío, el no contar con el Templo, donde Yahvé habita, es sentirse
desprotegido, a expensas del enemigo. Mientras el templo de Jerusalén esté en
pie, se muestre esplendoroso, es señal de que Yahvé no ha abandonado a su
pueblo; Yahvé se siente a gusto con los suyos y desde Sion los protege y libra
de todo mal. Por ello, cuando el Templo es asolado por los gentiles es señal de
que Dios ha abandonado al pueblo, porque este ha ofendido a su Dios, no ha
recapacitado en su pecado y su obstinación en la desobediencia a Yahvé ha
provocado esa situación de desolación y desgracia.
El celo de
Jesús, como buen judío, hay que entenderlo en este sentido: Israel no ha hecho
caso de la voz de los profetas; ha dejado de ser fiel a la Ley; los pobres, los
leprosos, los pecadores, los desheredados de la sociedad… no pueden entrar en
el templo; la injusticia, la exclusión, la inmisericordia acampan en el recinto
del templo. Los pastores del pueblo no han entendido a los profetas: «Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí».
A Partir de
Jesús ya no será necesario ir al Templo a honrar a Dios, cada uno de sus
discípulos debe considerase templo de Dios. Por lo tanto, la vida ha de
ordenarse de acuerdo con esta nueva identidad que se ha adquirido en el
bautismo. A Dios se le va a dar culto en cualquier lugar, en cualquier momento
del día. Y el culto a Dios ha de ser no con los labios sino con las obras de
misericordia: El perdón, la compasión, la acogida, la apertura a todos, el
compromiso con los más desfavorecidos, el amor a los enemigos… van a ser los
retablos que adornen este nuevo templo, que es cada discípulo de Jesús.
¡Limpiemos
nuestros templos de los falsos adornos de oro y joyas, cultos repletos de
palabrería y gestos vacíos de contenido, y revistámoslos de las obras de
misericordia que nos recomendó el Señor!

No hay comentarios:
Publicar un comentario