viernes, 30 de octubre de 2009

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS - B

NO ERAN COMO LOS DEMÁS
SAN MATEO 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos; y él se puso a hablar, enseñándolos:
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.


COMENTARIO
Hoy celebramos la fiesta de tantas personas anónimas que han vivido con un inmenso deseo de paz, de vida en plenitud, de justicia, de misericordia, de sinceridad, de limpieza de corazón… Hoy es su fiesta, porque han mantenido siempre la ilusión de un mundo mejor, aun no habiéndolo visto realizado en vida. Son santos anónimos, que no están en las hornacinas de los retablos de nuestras catedrales, iglesias ni ermitas; porque para sus contemporáneos no destacaron en nada, no fueron dignos de honores, resultaba caro subirles a los altares; ni se les citó nunca en sermones, homilías ni discursos: sencillamente pasaron inadvertidos por este mundo y llegaron en ‘pateras’ al cielo, donde ciertamente les esperaba Dios Padre. Son aquellos que pasaron en silencio, por temor a molestar; pero que nunca dejaron de hacer todo el bien que pudieron y soñaron con un mundo nuevo, con el proyecto del Reino escondido en los textos del Evangelio.
Sobre ellos no se han escrito biografías enfervorizadas, y de la inmensa mayoría no ha quedado ni el nombre como recuerdo de su paso por nuestro mundo. Eso sí, sabemos que fueron pacíficos y pacificadores; hambrientos por dar de comer a otros, con frecuencia menos necesitados que ellos; compasivos y misericordiosos hasta con los que los odiaron o se burlaron de ellos; fueron siempre con la verdad por delante; honrados, a pesar de vivir entre fraudes y engaños constantes; enjugaron las lágrimas de los que no encontraban consuelo; estuvieron siempre del lado del pobre, del oprimido, del explotado y expoliado. Su descanso fue hacer el bien incansablemente, sin distinción de credo, raza ni condición. Y por todo ello fueron silenciados, perseguidos y con frecuencia encarcelados y ejecutados: porque no eran como los demás.
Hoy celebramos su fiesta y los llevaremos siempre en nuestro recuerdo, como modelos de vida y santidad; aun cuando no los hemos conocido; Sin embargo, existieron y dejaron sus huellas indelebles. ¡Caminemos por ellas!
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