miércoles, 15 de febrero de 2012

VII DOMINGO ORDINARIO - B

SAN PABLO A LOS CORINTIOS 1, 18-22
Hermanos:
¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero “sí” y luego “no”. Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero “sí” y luego “no”; en él todo se ha convertido en un “sí”; en él todas las promesas han recibido un “sí”. Y por él podemos responder: “Amén” a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido. Él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

COMENTARIO:
Para los hombres del siglo XXI, que estamos curtidos ya en incumplidas promesas electorales de nuestros políticos, nos resulta sorprendente el mensaje que nos envía Pablo en su carta a los Corintios. San Pablo viene a decirnos que Dios no estudió política, ni oratoria, ni estrategias de lenguaje; estas son ciencias que buscan agradar el oído de su auditorio y llevar a sus oyentes al convencimiento y a la aceptación del contenido del discurso del orador o político de turno. Dios es de una sola, sencilla y comprensible palabra: ‘Sí’. Este ‘sí’ encierra vida: salud, ánimo, esperanza, alegría, confianza… salvación para quien lo acepta.
San Pablo invita a la comunidad de Corinto a fiarse de la palabra de Dios, del ‘sí’ de Dios al hombre. El ‘sí’ de Dios no es un ‘depende’: ni es primero sí y luego puede que sea no, según sucedan los acontecimientos.
Y el ‘sí’ de Dios es Cristo Jesús, su hijo, quien vino a culminar la promesa de salvación. Él nos ha dado el Espíritu y lo ha instalado en los corazones de los creyentes, de modo que puedan llamar a Dios ‘Abba’, que puedan responder ‘Amén’ a Dios. Es decir, que Dios ha pronunciado una palabra de salvación y no la cambiará. ¡Fiémonos totalmente de él y respondamos ‘amén’.
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