miércoles, 7 de marzo de 2012

III DOMINGO DE CUARESMA - B

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 1, 22-25
Hermanos:
Los judíos exigen signos; los griegos buscan sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos; pero para los llamados a Cristo -judíos o griegos-, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

COMENTARIO:

Morir en la cruz por delitos contra la religión era considerado un escándalo por los judíos; en cambio, a los griegos el mensaje de la Cruz les parecía una gran necedad. Así nos lo confirma san Pablo en su carta a los Corintios, añadiendo que para el creyente la Cruz es fuerza y sabiduría de Dios.
Para san Pablo la Cruz tiene un primado fundamental en la historia de la humanidad; representa el punto principal de su teología, porque decir Cruz quiere decir salvación como gracia dada a toda criatura (Benedicto XVI).
Así pues, parece que debemos entender que la salvación no está en las obras conforme a la Ley, como creían los judíos; ni tampoco parece estar en el poder del razonamiento, que tanto ponderaban los sabios griegos. Para Pablo el tema está claro: Jesús ha alcanzado la salvación para todos por su muerte en la Cruz, algo que ni las obras de los judíos ni la ciencia de los griegos ha conseguido hasta el presente.
Podemos aplicarnos el cuento en nuestro mundo actual. Para los hombres de hoy la ciencia y su avance son quienes nos pueden aportar la felicidad soñada por el hombre (así lo afirma el hombre racionalista de hoy); sin embargo, no parece que hasta ahora haya alcanzado tal objetivo. Por otra parte, somos conscientes de lo poco que pueden nuestras obras. Por lo tanto, hemos de admitir que tal vez la solución está en seguir el camino que nos indica san Pablo: el camino de la Cruz.
La Cruz es meta y camino. El camino de la Cruz no es otro que el de dar la vida por los demás, incluyendo también a los enemigos. La Cruz habla de renuncia, de perdón, de fidelidad, de valentía, de generosidad llevada al extremo... En la Cruz, el Señor nos ha salvado y el camino de la Cruz es el camino que hemos de emprender para alcanzar la meta. Así parece ser para san Pablo, así lo han entendido los santos a lo largo de la historia de la humanidad y así ha de seguir siendo para el creyente.
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