EFESIOS 2, 4-10
Hermanos:
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
COMENTARIO:
Es curioso y sorprendente observar que san Pablo habla utilizando el presente: ‘Nos ha resucitado… nos ha hecho vivir con Cristo….nos ha sentado en el cielo… estáis salvados’. Los efesios seguro que se sintieron aliviados y contentos al escuchar esta carta. Algún tipo de inquietud debía haber en aquella comunidad de cristianos referente a la seguridad de su salvación, a si estaban haciendo las cosas bien… San Pablo sale al paso de los agoreros y desconfiados de todas las épocas y deja claro el mensaje: Cristo ha muerto y resucitado por nuestra salvación; de modo que estamos dentro del club de los salvados, pertenecemos al equipo de los amados por Dios Padre y rescatados por su hijo. Evidentemente, ahora no tiene sentido no jugar. Si un equipo de fútbol ficha a un jugador es para que entrene y juegue. Esta es la tarea que ahora nos toca a los cristianos: tenemos que jugar porque hemos sido fichados por Dios Padre. ¿Cuál es nuestro cometido dentro de ese equipo? San Pablo lo expresa con claridad: dedicarse a las buenas obras. Así como no entenderíamos que un albañil se dedicase al periodismo y no a la construcción, que es lo propio; así tampoco podemos comprender que un cristiano no se dedique a las buenas obras, siguiendo a su modelo Cristo Jesús.
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