miércoles, 21 de marzo de 2012

V DOMINGO DE CUARESMA -B

LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 5, 7-9

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas presentó oraciones y suplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de la salvación eterna.

COMENTARIO:
Señor, quisiéramos ver a Jesús. El evangelista nos dice que Felipe les llevó a Jesús.
Hoy también la gente nos pide ver a Jesús, y la respuesta del verdadero discípulo debe ser inmediata y satisfactoria, como lo fue la de Felipe. Se entiende que el creyente lleva en él la imagen del Maestro y que puede mostrarla en cualquier momento y ante cualquier circunstancia. ¿Es así en cada uno de nosotros?
¿Cuál es la imagen de Jesús que debemos mostrar para que el mundo crea? Sin duda la encontramos en la carta a los hebreos, que escuchamos en este domingo de cuaresma: Jesús orando angustiado a su Padre para que, si es posible, le evite el beber el cáliz del dolor; y el Padre le escucha, como nos escucha también a nosotros siempre que le invocamos; sin embargo, el Padre no le libra de la Cruz; y Jesús acepta el sufrimiento como obediencia al Padre y así es para nosotros salvación.
Así pues, la obediencia a la voluntad del Padre es la actitud del creyente que mejor manifiesta al mundo la imagen del Hijo de Dios. Y esta es la imagen que debemos mostrar al mundo, para que el mundo crea.
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