viernes, 27 de julio de 2012

LA ASUNCIÓN DE MARÍA

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 15, 20-27a
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

COMENTARIO
Si san Pablo hubiera escrito a los corintios en nuestros días, habría utilizado en la redacción de su carta términos como ‘rescate, compra masiva de la deuda…’ por parte de Cristo. Se conoce que había cundido la duda de la resurrección, aquella comunidad se encontraba un tanto deprimida, la esperanza se debilitaba y san Pablo se ve obligado a salir al paso de la situación de ‘crisis’ de fe: Cristo ha resucitado y, tras él, nosotros.
La tradición cristiana pone en boca de María el himno del Magnificat, que expresa la misma idea que san Pablo: Dios no se olvida de sus promesas y llevará a cabo su plan de salvación, de ‘rescate’ de su pueblo. Progresivamente serán aniquilados todos los enemigos de Dios, y el último, la muerte.
María es la prueba evidente de que el proyecto salvador de Dios Padre sobre la humanidad se está realizando. Así pues, María asunta al cielo es el signo prodigioso que esperábamos los creyentes para afianzar nuestra fe. María es faro que nos orienta y mantiene viva la esperanza de llegar seguros a puerto. Al mismo tiempo, ella es también modelo de vida cristiana, de vida en Cristo. Sigamos sus ejemplos para permanecer en Cristo y volver a la vida cuando nos toque el turno.
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