EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 51-58
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente:
- Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.
Disputaban los judíos entre sí:
-¿Cómo puede este darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
- Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.
Dos amigos, que hacía años que no se veían, decidieron un buen día encontrarse en un punto determinado del camino. Tras media hora de caminata, uno de ellos se decidió a telefonear a su amigo.
-¿Cómo lo llevas?
-¡Vaya caminos que tenéis por aquí! Solo encuentro polvo, piedras, baches…
-¡Qué raro! Si el camino está asfaltado recientemente.
-Por aquí no hay rastro de asfalto, ni siquiera que lo hayan intentado asfaltar alguna vez.
Así prosiguió el diálogo un rato hasta que llegaron a la conclusión de que el camino no era el mismo y por consiguiente nunca llegarían a un punto de encuentro. Era necesario rectificar y quedar en un nuevo punto de encuentro.
Algo así les debió de pasar a los buenos de los judíos con Jesús. Aquello resultaba un diálogo de sordos: No hablaban el mismo lenguaje, estaban en claves distintas. Sin embargo, Jesús no les habla en un idioma que ellos no entiendan ni emplea un lenguaje simbólico que desconozcan: Venid a comer mi pan y a beber mi vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia (Libro de los Proverbios).
¿Dónde radica la dificultad para no sintonizar con Jesús? Está en su falta de fe y no escuchar en una actitud abierta. Así es imposible que se abra camino la fe, que nos viene de Dios Padre.
Es necesario aceptar pertenecer al Cuerpo místico de Cristo, cuya cabeza es el mismo Cristo y nosotros sus miembros. San Pablo a los efesios les dice con otras palabras lo mismo: Dejaos llenar del Espíritu. En esto consiste precisamente el comer la carne de Cristo y beber su sangre.
El domingo puede ser un buen día para alimentarnos de Cristo y tener así vida en él.
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