miércoles, 18 de julio de 2012

XVI DOMINGO ORDINARIO - B

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 2, 13-18

Hermanos:
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces para crear, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz; paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

COMENTARIO:

La labor fundamental de todo pastor es conseguir la unión del rebaño, que todas las ovejas caminen en grupo, pasten en grupo, que ninguna se disperse. San Pablo les dice a los efesios que Jesús trajo la unión entre todos, derribando el muro de separación: el odio.
La Ley no resultó eficaz para unir, no fue capaz de terminar con el odio; fue necesaria la muerte en cruz. Cristo, mediante el derramamiento de su sangre, nos trajo la paz y así podemos acercarnos todos al Padre con el mismo Espíritu.
La promesa que Dios había manifestado por boca de Jeremías, yo mismo pastorearé a mis ovejas y las volveré a reunir en un solo rebaño, la ha cumplido ahora en su hijo Jesús.
A partir de ahora es responsabilidad de los pastores del Pueblo de Dios mantener unido el rebaño.
El mensaje de san Pablo es de ánimo y alegría, porque el Señor ha conseguido la unión de todos los pueblos en uno solo, algo que los guías del Pueblo de Dios fueron incapaces de conseguir mediante la Ley. Lo que era imposible para los hombres, no lo fue para Dios, que se compadeció de nosotros. Dios no nos abandonó a nuestra suerte y ello nos ha de mover a pensar que no lo hará nunca.

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