CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO 5,1-6
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata derrumbados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
COMENTARIO:
Cuando Santiago redactó este mensaje contra los ricos, los corruptos y los defraudadores, sus palabras tuvieron que sacudir el interior de los oyentes. Hoy escasean los predicadores que se expresen con sencillez, claridad y contundencia; sin embargo, son necesarios en nuestro mundo de hoy.
Santiago ha estado diciendo en su carta que la fe sin obras es fe muerta. Los creyentes de hoy hemos de dar ejemplo de justicia, de reparto equitativo, de pago del salario justo y también de echar en cara a los avariciosos su avaricia, sus fraudes…
Nuestra palabra ha de ser clara y sencilla, para que provoque la reacción adecuada en los pecadores; no podemos andar con medias tintas, cuasi justificando a los defraudadores, porque ya dan cuantiosas limosnas en nuestros templos y a nuestras asociaciones de caridad. El fraude es siempre fraude. La limosna se da de lo que uno necesita para vivir él y brota de un sentimiento de compasión por el necesitado.
Santiago nos anima no solo a no defraudar, sino también a llamar a los defraudadores y avariciosos a la conversión.
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