viernes, 19 de abril de 2013

IV DOMINGO DE PASCUA - C

LIBRO DEL APOCALIPSIS 7, 9.14b-17

Yo Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo:
- Estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus manos en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.

COMENTARIO

La imaginación desbordante del autor del Apocalipsis nos ofrece hermosas imágenes de lo que él intuye será el triunfo final de Cristo. En este pasaje contempla a la multitud de los mártires (vestiduras blancas y palmas en sus manos) que son guiados por su pastor (el Cordero) hacia fuentes de aguas que dan vida, donde Dios Padre enjugará las lágrimas de sus ojos. Así nos pinta el paraíso donde irán todos los que entregan su vida dando testimoio de su fe.

San Juan alienta a la comunidad de los creyentes a vivir de esperanza y con la vista puesta siempre en ese final glorioso que nos aguarda a todos los creyentes. Esta visión pretende consolar y estimular a aquellas primitivas comunidades que sentían de cerca la persecución religiosa. Hoy es todo un mensaje de ánimo para tantas comunidades de cristianos que viven perseguidos en países de escasa tradición cristiana y de intolerancia religiosa. Al mismo tiempo, el autor nos anima a todos a permanecer fieles hasta el final.

Dios tiene un grandioso proyecto de salvación universal para los hombres de todos los tiempos: de toda raza, pueblo, nación, religión… Todos hemos sido convocados para formar parte de ese proyecto. Necesitamos ser constantes y fieles hasta el día de la manifestación gloriosa de nustro Señor y Salvador Jesucristo.
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