LIBRO DEL APOCALIPSIS 21, 1-5a
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
-Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
-Todo lo hago nuevo.
COMENTARIO
Pienso que los primeros cristianos no se encontraban a gusto en el mundo en el que vivían y soñaban, con el autor del Apocalipsis, en un mundo nuevo, una tierra nueva.
San Juan, en la visión, ve ese nuevo mundo y se lo describe a la comunidad de los creyentes. Se trata de una nueva Jerusalén que va hacia el encuentro de su esposo enjollada y vestida de blanco, exactamente igual que una novia enamorada camina al encuentro de su amado con el que se desposará. Es una imagen muy recurrida en la Biblia. La expresividad mejor del amor, el autor sagrado la encuentra en la unión matrimonial.
Hoy sigue valiéndonos esta imagen para hablar del amor del Señor resucitado hacia sus discípulos, de Dios hacia su nuevo pueblo, y del amor de los cristianos entre sí. Sin embargo, es posible que para un buen grupo ya no sea tan expresiva: son muchos los casos dolorosos de infidelidad, de divorcio, de separación, de formar parte de la misma familia, pero viviendo distantes los unos de los otros.
¿Tendremos que soñar hoy con otro tipo de escenas que nos hablen con mejor expresividad que el sueño nupcial? ¿No será que tenemos que recuperar la fidelidad matrimonial, la unidad familiar, el amor oblativo para poder comprender el amor de Dios a los hombres y el amor del Señor a su Iglesia?
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