EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada
Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la
entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de
su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No
llores». Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y
dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se
incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo».
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
COMENTARIO:
En relación con la religión, la Iglesia, la fe cristiana, el papa, los obispos, los sacerdotes, los religiosos… se me ocurre en catalogar a los hombres de nuestra sociedad en tres categorías: los que creen firmemente en la labor liberadora, salvadora de la Iglesia, la religión…; la de los indiferentes, a quien les trae sin cuidado todo el mundo de la religión, los curas…; y la de los enemigos, quienes han declarado la guerra sin cuartel a todo tipo de creencia religiosa, porque consideran que esclaviza al hombre, que no le deja vivir en paz ni disfrutar de
Las
preguntas que nos vienen a la mente a todos los que tenemos la misión de
evangelizar, que somos todos los creyentes, son muchas y no les encontramos
fácil respuesta: ¿Qué hemos hecho para que no cale el mensaje evangélico?, ¿qué
testimonio de vida mostramos?, ¿con qué palabras anunciamos el evangelio?, ¿qué
más hemos de hacer para que el mundo crea el mensaje de liberación, de vida y
de salvación que nos trajo Jesús?
En
el texto evangélico de este domingo encontramos algunas pistas que nos pueden
ayudar.
A
Jesús le encontramos siempre en camino, en el camino de la vida, siempre
caminando hacia delante, enfrentándose a nuevos retos. Sus discípulos y mucho
gentío caminan con él, pero nos los imaginamos detrás de él; quien abre el camino
es el Señor, en este caso el Señor de la Vida.
Jesús
siente compasión de la pobre viuda y se para a atenderla. La compasión hará que
nos paremos en el camino y que sintamos que lo más importante, lo único
importante en nuestra vida es atender al que se nos pone en medio de nuestra
ruta y no nos deja llegar a tiempo a la meta que nos habíamos propuesto de
antemano. Jesús cuando se pone en camino, la única meta que se propone es dar
vida: consolar, sanar al enfermo, perdonar al pecador, liberar del demonio…; su
tiempo es un tiempo para los demás, no se lo reserva para él. En contraste,
nosotros tenemos muchos proyectos en mente, actividades que no pueden esperar,
objetivos que hemos de alcanzar cuanto antes: no tenemos tiempo para nada más
que para nosotros mismos; ello nos impide detenernos en el camino.
Lo
importante en la vida no es llegar a Naín, sino ir camino de Naín. ¿A qué iba
Jesús a Naín? No lo sabemos, pero sí sabemos lo que hizo camino de Naín.
Entiendo que esta ha de ser la pedagogía, el estilo del evangelizador, del creyente.
Crecer
en compasión nos puede ayudar a olvidar nuestras metas y proyectos personales.
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