CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS COLOSENSES1, 24-28
Hermanos:
Hermanos:
Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne
los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia. Dios me ha
nombrado ministro de la Iglesia, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros
su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y
generaciones y que ahora ha revelado en su pueblo santo. Dios ha querido dar a
conocer a los suyos la gloria y la riqueza que este misterio encierra para los
gentiles: es decir, que Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria. Nosotros
anunciamos a este Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los
recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida de
Cristo.
COMENTARIO
San Pablo
hace una descripción retrospectiva de lo que ha sido su vida apostólica. Una
vez más se pone como ejemplo de discípulo del Señor.
La vida
del apóstol para ser completa ha de incluir el sufrimiento, no porque se
busque, sino como consecuencia de su predicación apostólica. El Maestro también
completó su vida pasando por la pasión y muerte en la cruz. El mismo camino
seguirá el discípulo. Para los judíos resulta un escándalo este modo de
proceder y para los gentiles les resultará incomprensible, una necedad; sin
embargo, todos los que han seguido el camino del verdadero discipulado han
pasado por aquí.
¿Seguirá
siendo igual en el futuro? La vida apostólica de la Iglesia así lo muestra cada
día, en el testimonio de sus mejores apóstoles. Leamos la prensa, escuchemos
las noticias de los medios de comunicación, abramos los ojos: Desde la muerte
en cruz del Hijo de Dios no ha habido un instante en el mundo en que no haya
habido seguidores de Jesús que van dejando su vida testimoniando el amor de
Dios hacia la humanidad.
Llegar
a la madurez de vida en Cristo comporta pasar por el sufrimiento.
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