CARTA A LOS HEBREOS 12, 18-19.22-24a
Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un
fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta;
ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera
hablando. Vosotros os habéis acercado al Monte Sión, ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo, a la asamblea de los innumerables ángeles, a la
congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos,
a las almas de los justos que han llegado a su destino y al mediador de la
nueva alianza, Jesús.
COMENTARIO
El
autor establece una relación entre la antigua alianza y la nueva. En la nueva es
Cristo el mediador entre Dios y los hombres.
El
cristiano proveniente del judaísmo vive ahora en una realidad novedosa, más
comprensible, más asequible; cercana, que no produce miedo ni temor alguno. El
creyente se siente más próximo, más familiar con Dios. El pueblo de la antigua alianza
no se atrevía a acercarse a la tormenta donde se manifestaba Yahvé. Dios ahora
se nos manifiesta como Padre, su hijo nos le muestra cercano, de fácil acceso.
En
la antigua alianza, el pueblo tenía que ir al templo a dar culto a Yahvé; ahora
el creyente puede dar ese mismo culto en la propia casa.
El
Hijo de Dios es quien nos ha traído este cambio; él nos ha revelado que Dios es
el Padre de todos; él nos ha facilitado el acceso a Dios con su encarnación y
muerte en la cruz.
Se
trata de un mensaje asombroso de liberación para el pueblo judío y una
maravilloso descubrimiento para los gentiles.
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