lunes, 29 de julio de 2013

XXII DOMINGO ORDINARIO - C

CARTA A LOS HEBREOS 12, 18-19.22-24a

Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al Monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de los innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al mediador de la nueva alianza, Jesús.

COMENTARIO

El autor establece una relación entre la antigua alianza y la nueva. En la nueva es Cristo el mediador entre Dios y los hombres.
El cristiano proveniente del judaísmo vive ahora en una realidad novedosa, más comprensible, más asequible; cercana, que no produce miedo ni temor alguno. El creyente se siente más próximo, más familiar con Dios. El pueblo de la antigua alianza no se atrevía a acercarse a la tormenta donde se manifestaba Yahvé. Dios ahora se nos manifiesta como Padre, su hijo nos le muestra cercano, de fácil acceso.
En la antigua alianza, el pueblo tenía que ir al templo a dar culto a Yahvé; ahora el creyente puede dar ese mismo culto en la propia casa.
El Hijo de Dios es quien nos ha traído este cambio; él nos ha revelado que Dios es el Padre de todos; él nos ha facilitado el acceso a Dios con su encarnación y muerte en la cruz.
Se trata de un mensaje asombroso de liberación para el pueblo judío y una maravilloso descubrimiento para los gentiles.
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