viernes, 29 de noviembre de 2013

I DOMINGO DE ADVIENTO - A

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 13, 11-14
Hermanos:
Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de espabilarse, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de nuestro cuerpo no fomente los malos deseos.

COMENTARIO

Comenzamos un tiempo nuevo, un año nuevo, comenzamos a vivir una vez más: Es el Adviento. Para el creyente comienza a amanecer un nuevo día. Es hora de acercarse a las obras de la luz. Es hora de espabilarse; hay que estar en actitud de vigilia. Hemos abandonado el mundo de las tinieblas, del pecado; emprendemos nuestra peregrinación hacia el mundo de la luz, que es Dios.
Ante el comienzo de un nuevo año litúrgico, toda recomendación es buena. La carta a los romanos indica unas pautas claras a seguir ante la proximidad de nuestra salvación: Hay que dejar el mundo de la oscuridad, que es el pecado y adentrarnos en el de la luz, que simboliza a Dios. Así pues, lejos de nosotros la desesperanza, pues Dios nos atrae a su mundo de luz; abandonemos el pecado: la lujuria, el desenfreno, las comilonas, la ira, las riñas, las envidias… cuanto entenebrece nuestra vida; abrámonos al mundo de la vida: la paz, la cordialidad, el perdón, la misericordia, la generosidad, la simpatía…, virtudes que nos reportan alegría y esperanza.
El autor de la carta a los romanos nos propone todo un plan de vida, que no por ser el mismo de otros años deja de aportar novedad a la comunidad cristiana y a la vida personal del creyente.
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