SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO
A LOS TESALONICENSES 3, 7-12
Hermanos:
Ya
sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin
trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajé y me
cansé día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviera
derecho para hacerlo, pero quise daros un ejemplo que imitar. Cuando viví con
vosotros os lo dije: el que no trabaja, que no coma. Porque me he enterado de
que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a esos les
digo y les recomiendo, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad
para ganarse el pan.
COMENTARIO
La impresión primera que percibimos
es la de un Pablo que se las da de cristiano ejemplar; sin embargo, hemos de
tener en cuenta que la carta ha sido escrita por uno de sus discípulos, quien
pone a los apóstoles, entre los que se encuentra el propio Pablo, como ejemplo
a seguir.
Mientras esperamos la segunda venida
del Señor, la que no debemos temer sus elegidos, según palabras del propio
Jesús en el evangelio, hemos de atarearnos por hacer realidad el Reino: no sólo
se trata de trabajar para ganar el sustento de cada día, sino principalmente
llevar una vida honrada, haciendo el bien a todos.
Nuestra laboriosidad, siempre
inquieta, es la que hará posible la proximidad de la llegada del Reino; nuestra
ociosidad lo retrasará. Ciertamente que el Reino ha de venir, el Señor ha
empeñado su palabra, pero sería una lástima que cuando venga nos tenga que
decir que fuimos invitados a labrar su viña y no fuimos; por lo tanto, no
tenemos derecho a beber del vino de la viña del Reino.
Al final del año
litúrgico la Iglesia nos invita a meditar estos textos que nos ayudarán a
revisar nuestra colaboración en el advenimiento cercano del Reino. Son textos
que avivan la esperanza y motivan nuestra actividad.
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