jueves, 26 de diciembre de 2013

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA - A

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS COLOSENSES 3,12-21
Hermanos:
Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

COMENTARIO:

           Hoy lo que está en crisis no es tanto la familia, cuanto la indisolubilidad familiar, la unidad de la familia. Esta unidad se fundamenta y se edifica no de una vez para siemrpre (el día de la boda), sino día a día, en cada instante, con cada acción, en cada palabra. Aquí radica el meollo del problema. Ahora bien, la unidad tiene como cimiento el amor mutuo.
¿Cómo se entiende eso del amor mutuo? ¿Cómo se logra? Ahí está el modelo de unidad que nos ofrecen tantas familias. Preguntémosles, interroguemos también a nuestros propios padres cómo lo han conseguido ellos. Muchos no nos van a saber responder con exactitud, pero en el transfondo de las dos primeras lecturas que escuchamos en la eucaristía de este domingo encontramos la respuesta.
La unidad se consigue con el amor. Este se consigue con el perdón mutuo, la renuncia, la entrega sin contrapartidas, con la humildad, soportando el uno las cargas del otro, buscando más el complacer al otro que a uno mismo… Fruto del amor son los hijos, que son la expresión sacramental del amor familiar.
La unión que se basa en el patrimonio del otro, en el atractivo físico, en la simple amistad de unos encuentros esporádicos, en la simpatía… no perdura en el tiempo. Solo el amor fundamentado en las virtudes expuestas en esta carta del apóstol san Pablo es duradero.
A las familias, a cualquier grupo y comunidad cristiana o religiosa le hará bien el leer y meditar las dos primeras lecturas de este domingo. No necesitan mayor explicación.
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