jueves, 10 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS - A

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el cielo, en la tierra, en el abismo-, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre.

COMENTARIO

San Pablo recoge este himno de autor anónimo en su carta a la comunidad cristiana de los filipenses. Esta comunidad está pasando por malos momentos y el himno se sitúa en ese contexto, iluminándolo desde la fe.
También nuestras comunidades creyentes pasan actualmente por malos momentos y necesitan la luz del mensaje de la Cruz.
La cruz no resulta fácil aceptarla en un principio, pero una vez aceptado su camino se encuentra la paz y la glorificación por parte del Padre.
El camino de la Cruz de Jesús consiste en que desde el seno del Padre acepta y es enviado al mundo, se hace uno de nosotros, comparte nuestra historia y asume la muerte en cruz; por eso Dios Padre lo glorifica.
Nosotros aceptamos fácilmente la glorificación final, la meta; pero se nos hace insoportable, excesivamente dura la cruz, como les ocurría a los filipenses.
Iniciamos una semana que nos invita a contemplar y recorrer el camino de la Cruz junto al Señor ya sea en la escucha de las narraciones de la Pasión, recorriendo las calles de nuestras ciudades y pueblos en procesión al lado de la Cruz, ya sea asistiendo a la celebración de los oficios en nuestras iglesias...
No lo olvidemos, la Cruz no es la meta, es tan solo el camino que nos conduce a la glorificación final, que es tarea del Padre.
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