lunes, 28 de julio de 2014

XVIII DOMINGO ORDINARIO - A

Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 35. 37-39

Hermanos:
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

COMENTARIO

Sin duda que se pueden decir palabras hermosas sobre el amor de Dios. Hay quienes tienen facilidad de palabra, un discurso atractivo y elocuente para cautivar al auditorio disertando sobre el amor de Dios. Sin embargo, san Pablo parece inclinarse por otro cauce para conocer y quedar prendidos del amor de Dios; para Pablo solo Cristo Jesús es la manifestación clara y elocuente del amor de Dios. A través de Cristo Jesús percibimos con claridad en qué consiste el amor de Dios hacia sus criaturas. Miremos, pues, cómo amaba el Señor a los hombres y tendremos una imagen exacta del amor de Dios al hombre. Más claro no nos puede hablar Dios Padre.
Ahora bien, una vez seamos conscientes de lo que Dios nos ama, una vez hayamos quedado cautivados por este amor, ¿quién podrá apartarnos de él? Si ya hemos experimentado en nosotros mismos el amor que Dios nos tiene, la respuesta no es otra que la de Pablo: ni la aflicción, ni la angustia, ni el peligro, ni el hambre… Fácilmente superaremos cualquier dificultad que pretenda alejarnos del amor de Dios.
*********

No hay comentarios:

Publicar un comentario