sábado, 4 de octubre de 2014

XXVII DOMINGO ORDINARIO - A

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES 4, 6-9
Hermanos:
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.

COMENTARIO

San Pablo invita a los filipenses a recuperar el sosiego, la paz interior, el silencio que les lleve al encuentro personal en la intimidad con Dios. Allí podrán escuchar y comprender la exhortación a producir los frutos que el Señor espera de cada uno de ellos. Una vez más Pablo se pone como modelo de hombre de oración, aun llevando una vida de tanta actividad.
«Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta». Estos son los frutos que el propietario de la viña espera de las cepas que ha plantado en su viña con tanta ilusión. El dueño de la viña ha puesto de su parte todo lo que podía hacer: buen terreno situado en fértil y soleado collado, buenas cepas, esmerados cuidados de labrador, una valla protectora, una atalaya para el guarda… Ahora espera los frutos que la viña, año tras año, le niega.
Sería un engaño pensar que la viña era Israel y que la Iglesia es la fértil viña que ha suplantado a la estéril. No, la parábola vale hoy para nosotros, como para los filipenses en tiempos de Pablo, o para los habitantes de Judá en tiempos de Jesús, o para los israelitas en tiempos del profeta Isaías.
Somos cepas de la viña del Señor Y espera de nosotros los frutos que nos relata Pablo en su carta a los filipenses: justicia, derecho, pureza, amabilidad…
¿Tendremos que volver hoy a escuchar el canto de lamento del dueño de la viña?; ¿se cansará el Señor de esperar, año tras año, los frutos exuberantes de las cepas que él plantó?
Ciertamente que son numerosas las cepas que producen fruto, pero ¿me encuentro yo entre ellas?
¡Que las palabras de Pablo nos sirvan de programa y con seguridad se producirá una hermosa cosecha!
**********

No hay comentarios:

Publicar un comentario