CARTA
DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES 4, 12-14.
19-20
Hermanos:
Sé
vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura
y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me
conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi
Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su
espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
COMENTARIO:
Aquí
Pablo expresa sus sentimientos de agradecimiento hacia aquella comunidad de
cristianos que le ayudó mientras estuvo en la cárcel; y no solo le ayudaron
proveyendo a su sustento, también se solidarizaron con sus penas.
Para
el apóstol, el pastor, el sacerdote, el orador, el catequista es muy importante
imitar a Pablo también en esta actitud. Es importantísimo que los fieles de la
comunidad parroquial sepan de los sentimientos de sus pastores: alegrías,
penas, decepciones, éxitos. Y esto se consigue viviendo y compartiendo con el
pueblo creyente. Por otra parte, también es necesario que las homilías se
adornen con esta salsa de intimidad; sin duda que las enseñanzas se asimilan
mejor, del mismo modo que tomamos con mayor placer una carne o un pescado regado
con una sabrosa salsa. Por el contrario, las homilías, las catequesis… carentes
de sentimientos, de experiencia vital corren el peligro de quedarse en doctrina
seca e intragable, cuando no en simple adoctrinamiento.
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