jueves, 13 de noviembre de 2014

XXXIII DOMINGO ORDINARIO - A

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5, 1-6
Hermanos:
En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba. Sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: "paz y seguridad", entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

COMENTARIO

Pablo juega con el tiempo presente y el futuro. El cristiano se mueve en esa perspectiva constantemente: vive el día a día, pero con la perspectiva de un futuro esperanzador.
La pregunta surge espontánea: ¿Qué hacer en este momento mientras llega el final esperado? ¿Cómo alcanzar esa vida soñada: conservando o arriesgando?
Pablo nos describe como hijos de la luz y del día, por lo tanto podemos caminar mientras sea día y tengamos luz. No cabe la postura de quedarse inactivos, sentarse y aguardar a que nos llegue el premio; esta no es la actitud del creyente.
Con frecuencia la virtud de la prudencia nos puede hacer caer en la tentación de la quietud si no estamos vigilantes. La vigilancia y la creatividad son las virtudes del creyente de todos los tiempos. El conservadurismo es condenado por el propio Señor en la parábola de los talentos: La actitud del empleado holgazán no es justificada; debería haber puesto su talento a producir sus beneficios en el banco.
Vigilemos, pues puede anidar el conservadurismo en nuestras comunidades cristianas y en nuestra propia vida personal de creyentes. La fe no se transmite conservándola encerrada en un frasco, como se conserva la mermelada de fruta envasada al vacío. Nos lo recuerda el papa constantemente: pastores con olor a oveja, rotos y sucios pero entregados a la tarea de pastorear el rebaño.
La actitud de todo fiel cristiano ha de ser la misma que la de sus pastores: ¡Vigilancia creativa, no conservadora!
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