PRIMERA
CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 15, 20-26a. 28
Hermanos:
Cristo
resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la
muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por
Cristo todos volverán a la
vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como
primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los
últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo
principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus
enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Al final,
cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que
se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
COMENTARIO
La
comunidad de Corinto vive en la duda: ¿Ha resucitado de verdad Cristo? Pablo
tiene que salir al paso una vez más. El fundamento de toda comunidad creyente
es la fe en la
resurrección. Sin esta fe no hay comunidad de creyentes. Para
los griegos la resurrección no es cierta porque los muertos no resucitan; si
los muertos no resucitan, Cristo tampoco ha resucitado. Sin embargo, Pablo da la vuelta al argumento griego: Cristo
ha resucitado y por lo tanto los muertos resucitan. Aquí está el punto de
partida de cualquier comunidad cristiana.
Ahora
eso sí, primero es Cristo y luego los demás, los que hemos creído en él. El
proyecto de Dios es un proyecto de vida y no de muerte; la resurrección es fruto
del poder de Dios sobre la muerte, que será el último enemigo aniquilado.
Todo
será sometido al Hijo y cuando todo le esté sometido, él también se someterá a
Dios Padre, y así Dios lo será todo para todos.
Ahora
bien, ¿aceptamos de verdad que Dios sea todo para todos?, ¿nos vemos en esa
totalidad con los pobres, los de otra raza, los de otra religión, los de otra
forma de pensar, los de otro partido político, los de otra nación, los
emigrantes… los pecadores? El día del juicio final, que ya se está celebrando
en estos momentos, se nos pregunta si somos compasivos con los ancianos, los pobres, los enfermos repelentes,
los sin papeles, los emigrantes, los de otra religión, nación, raza, ideología…
los pecadores. La respuesta debemos de ir dándola ya ahora, no esperar a un
futuro más o menos lejano.
Hemos
de facilitarle la tarea a Dios Padre para que sea todo para todos; él lo va a
conseguir con nosotros o sin nosotros, pero nos quiere a todos sus hijos ahí,
trabajando en su viña.
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