PRIMERA
CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5,16-24
Hermanos:
Estad
siempre alegres. Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la Acción de
Gracias: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No
apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo,
quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de
la Paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. El que os
ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
COMENTARIO
Todo
Israel estaba en expectación, barruntando que algo excepcional iba a ocurrir.
Había aparecido un gran profeta a orillas del Jordán invitando a la conversión. Ahora
le preguntan a Jesús, a quien el pueblo tiene también por profeta, qué hay que
hacer. La respuesta de Jesús no se hace esperar: les invita a hacer lo que les
aconsejó el profeta Isaías y que Juan les está recordando: «Allanad el camino
al Señor».
San
Pablo a los tesalonicenses les aclara cómo allanar el sendero mientras
esperamos la segunda venida del Señor. En primer lugar, hay que vivir alegres:
«Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios» (Isaías); y esta
alegría nos viene dada, no la alcanzamos nosotros con nuestro esfuerzo. Luego
hay que perseverar en la oración, no desanimarse, ser constantes, insistir; la
plegaria preferida es la Acción de gracias (Eucaristía). Queda como tarea de
cada cual el huir de todo lo malo; y para ello, la mejor forma es apegarse a lo
bueno, hacer el bien siempre y a todos. Mantengamos también la esperanza,
porque Dios es fiel y no se olvida de sus promesas.
Pienso yo que esto es precisamente lo que hemos de hacer en el tiempo de
adviento, es decir durante toda la vida hasta la venida del Señor.
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