CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 16,25-27
Hermanos:
Al que puede fortaleceros según el evangelio que yo proclamo,
predicando a Cristo Jesús -revelación del misterio mantenido en secreto durante
siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura ,
dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a
la obediencia de la fe-, al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por
los siglos de los siglos. Amén.
COMENTARIO
Los humanos cuando queremos que el mundo se entere de
nuestras actuaciones, de nuestras puestas en escena, proclamamos a bombo y
platillo nuestras fiestas, nuestros logros, nuestros títulos, nuestras acciones
exitosas.
Dios no es así. Cuando Dios decide intervenir en la
historia de la humanidad, lo hace en silencio, sin alharacas, sin ruido, calzando
zapatillas de noche para no molestar. Dios decide dar una compañera al hombre
al inicio de la historia humana y sume al primer hombre, Adán, en un profundo
sueño; cuando decide que su hijo se encarne, comparta nuestra historia, tan
solo María es consciente de esta intervención; cuando por fin su hijo nace en
un establo, sucede en la noche, en el silencio del profundo primer sueño de los
hombres. Dios no molesta, Dios salva en el silencio. He aquí toda una pedagogía
de la actuación salvadora de Dios.
Pues bien, a este Dios, único
sabio, es a quien Pablo glorifica e invita a la primitiva comunidad de
creyentes a dar gloria por siempre.
Aprendamos en el misterio de la Navidad cómo ha de ser
nuestra acción salvadora en medio de
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