martes, 23 de diciembre de 2014

SAGRADA FAMILIA - B

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS COLOSENSES 3,12-21
Hermanos:
Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

COMENTARIO

El proyecto que Pablo muestra a los colosenses es válido para toda vida en común, ya sea una comunidad cristiana, ya sea la vida matrimonial o familiar: «…La misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión» han de presidir la vida comunitaria.
Estos principios de actuación son frutos que produce el árbol frondoso del amor, que ha sido plantado en cada uno de nosotros. Este hermoso árbol hemos de cultivarlo con esmero, mediante el perdón mutuo, la delicadeza en el trato, la comprensión, la obediencia, la escucha, el aguante… La paz de Cristo ha de ser el juez de nuestras actuaciones en todo momento, nadie debe convertirse en juez de su prójimo.
Por último, una vez más Pablo destaca la importancia de celebrar la Acción de gracias (la Eucaristía), en la que somos exhortados en la escucha de la palabra de Dios, invocamos y damos gracias Dios Padre con nuestros cantos y plegarias y le ofrecemos el sacrificio de su Hijo en la cruz.

Si las familias cristianas pusieran en práctica estos sabios consejos de Pablo, otra sería la imagen que ofreceríamos a nuestra desorientada sociedad, necesitada de modelos a imitar.
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