jueves, 29 de enero de 2015

IV DOMINGO ORDINARIO - B

PRIMERA CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 7, 32-35
Hermanos:
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

COMENTARIO

Pablo aborda los problemas que le presenta la iglesia de Corinto. En la cuestión del celibato, es muy probable que los corintios le comprendan más fácilmente que los judíos. Para los judíos el celibato es poco apreciado, sin embargo, para los griegos es bien visto y considerado en aquellas personas que han decidido dedicar su vida a la ciencia, a la sabiduría.
Así pues, Pablo aconseja el celibato para poder dedicarse con mayor libertad y entrega al anuncio del evangelio, a la misión. El anuncio del Reino es tan importante y urgente que pide una dedicación exclusiva; todo lo demás es intranscendente, o se nos dará por añadidura, porque de sobra sabe Dios Padre cuáles son nuestras necesidades materiales y proveerá con generosidad.
Si bien, Pablo y la comunidad cristiana viven aquellos momentos como los previos de la parusía final: la representación de este mundo se acaba y no merece la pena preocuparse por el mañana; No obstante, es cierto que quienes han optado por el celibato para dedicarse con mayor libertad al Señor, merecen nuestra aprobación y elogio. Tampoco Pablo excluye la vida matrimonial de la tarea misionera ni de la perfección cristiana.
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