miércoles, 4 de febrero de 2015

V DOMINGO ORDINARIO - B

PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 9, 16- 19.22-23
Hermanos:
El hecho de predicar no es para mi motivo de soberbia. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero si lo hago a pesar mío es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación de esta Buena Noticia.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

COMENTARIO

Debemos estar siempre pendientes de todo lo que hace bien a la Iglesia, de la que formamos parte como miembros. Este parece ser el mensaje que Pablo quiere transmitir y fijar en los cristianos de la comunidad de Corinto y este es ciertamente su principio de actuación pastoral.
Por de pronto, Pablo ha comenzado dando ejemplo, renunciando a ciertos bienes materiales que, en justa correspondencia debía otorgarle aquella comunidad. Él no trabaja para verse correspondido materialmente, ni siquiera por simple ostentación o gusto personal, sino tan solo por el Evangelio; tan solo espera participar de los bienes que reporta el transmitir la Buena Noticia, la salvación traída por el Hijo de Dios. El pagador es Dios Padre y la paga será, sin duda, generosa.
Toda una lección la que da san Pablo a los pastores y evangelizadores de hoy. La Buena Noticia hay que darla de balde, no por dinero ni ostentación, aunque el predicador tenga justo derecho a recibir una justa  y generosa recompensa material por parte de los fieles.
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