LIBRO DEL GÉNESIS 9, 8-15
Dios dijo a Noé y a sus hijos:
- Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros
descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganados y
fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto
con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio
que devaste la tierra.
Y Dios añadió:
-
Esta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con
vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi
pacto con la tierra.
Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes
el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el
diluvio no volverá a destruir los vivientes.
COMENTARIO
La Cuaresma nos invita a comenzar
de nuevo, a volver a los orígenes, donde todo era armonía y hermosura divinas.
El hombre, dotado de libertad, con relativa frecuencia rompe esa armonía y
belleza con su egoísmo; pero ahí está Dios para restablecer la primigenia
armonía del mundo.
La segunda idea que nos muestra
el texto sagrado nos habla de la fidelidad de Dios a su pacto con los hombres,
fidelidad que permanece a través del tiempo; no sucede lo mismo al hombre,
quien con facilidad rompe el pacto con Dios.
Ante un nuevo tiempo de cuaresma,
cuarenta días camino hacia la Pascua, se nos invita a convertirnos, a volver a
empezar a caminar. Contamos con la fidelidad de Dios, quien ha prometido no
volver a destruir la tierra; la presencia del arco iris en el cielo tras la
lluvia nos recuerda permanentemente esta fidelidad. Asimismo contamos con su
perdón y su invitación constante a reemprender el camino de colaboración en su
proyecto de salvación.
Adentrémonos en el desierto de las alimañas, seguros de que los ángeles, enviados de Dios, nos
servirán. Del desierto saldremos renovados y preparados para reanudar el camino
de nuestra salvación.
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