HECHOS
DE LOS APÓSTOLES 4, 32-35
En el
grupo de los creyentes, todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en
común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenían. Los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor.
Y
Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los
que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a
disposición de los apóstoles; luego, se distribuía según lo que necesitaba cada
uno.
COMENTARIO
Al
principio de los tiempos todo era armonía; tras el pecado, todo se rompe y
reina el desorden en el mundo y por consiguiente en la propia vida del hombre.
La Resurrección restaura la vida del hombre y ya es posible recuperar la
primera armonía del Paraíso. Esto es lo que parece querernos comunicar Lucas en
los Hechos de los Apóstoles: En la primitiva comunidad cristiana todos pensaban
y sentían lo mismo, nadie pasaba necesidad porque reinaba una solidaridad
perfecta. Los apóstoles seguían dando testimonio de la Resurrección y los
cristianos eran admirados y queridos por todos.
Ciertamente
que es una situación ideal, pero posible y mientras no lleguemos a ella, nos
falta algo por conquistar a los creyentes.
Este es el mensaje que nos trae este segundo domingo de pascua. Para
esta conquista se nos indica el camino en el evangelio, que es el de la
misericordia, el ejercicio del perdón mutuo sin límites y sin condiciones.
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