miércoles, 8 de abril de 2015

II DOMINGO DE PASCUA - B

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 4, 32-35
En el grupo de los creyentes, todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenían. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor.
Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego, se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

COMENTARIO

Al principio de los tiempos todo era armonía; tras el pecado, todo se rompe y reina el desorden en el mundo y por consiguiente en la propia vida del hombre. La Resurrección restaura la vida del hombre y ya es posible recuperar la primera armonía del Paraíso. Esto es lo que parece querernos comunicar Lucas en los Hechos de los Apóstoles: En la primitiva comunidad cristiana todos pensaban y sentían lo mismo, nadie pasaba necesidad porque reinaba una solidaridad perfecta. Los apóstoles seguían dando testimonio de la Resurrección y los cristianos eran admirados y queridos por todos.
Ciertamente que es una situación ideal, pero posible y mientras no lleguemos a ella, nos falta algo por conquistar a los creyentes.
Este es el mensaje que nos trae este segundo domingo de pascua. Para esta conquista se nos indica el camino en el evangelio, que es el de la misericordia, el ejercicio del perdón mutuo sin límites y sin condiciones.
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