miércoles, 14 de octubre de 2015

XXIX DOMINGO ORDINARIO - B

LIBRO DE ISAÍAS 53, 10-11
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará; con lo aprendido mi Siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.

COMENTARIO

Vino a servir sufriendo. Jesús se identifica con el siervo de Yahvé que nos describe el profeta Isaías.
Con excesiva frecuencia caemos en la tentación de querer redimir el mundo desde el ejercicio del poder y la autoridad. Quien ejerce el cargo de jefe de estado o de gobierno de una nación o pueblo utiliza la fuerza del poder y autoridad que le proporcionan las leyes para poder gobernar sin problemas. Desde el ejercicio del dominio sobre los súbditos se pretende regir un estado, pueblo, comunidad o grupo. Sin embargo, la experiencia nos recuerda reiteradamente que desde esa posición y actitud no se logra la paz, la justicia, el orden y mucho menos la hermandad entre los ciudadanos.
¿Dónde está el secreto del buen gobierno? El profeta Isaías ya lo anticipa en su profecía: Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años. Se trata –nos dice- de cargar con la culpa de los gobernados, de los súbditos, de los siervos: convirtiéndose en un siervo más, justificará a todos.
Naturalmente que este es el programa de un mal político, tal y como se entiende en nuestro mundo; defendiendo estas ideas se va derecho y rápido al fracaso más absoluto; un político que quiera acceder al poder difícilmente va a encontrar votantes suficientes para poder llegar hasta él fundamentándose en estos principios.
Sin embargo, parece que el modo que nos indica la Biblia de ejercer la autoridad y el poder debe ir por camino muy diverso, y que es el único que lleva a un éxito definitivo y duradero: Mi Siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
La biblia también puede ser un excelente manual para un buen político, aun cuando no sea creyente.
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