Lectura del Profeta Sofonías 3, 14-18a
Regocíjate, hija de Sión,
grita de júbilo, Israel,alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén:
No temas, Sión,
no desfallezcan tus manos.
El Señor tu Dios, en medio de ti,
es un guerrero que salva.
El se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo
como en día de fiesta.
COMENTARIO
Tanto el profeta Sofonías como
Pablo invitan a estar alegres: «Alégrate y
gózate de todo corazón, Jerusalén». «Estad siempre alegres en el Señor».
En
momentos de sufrimiento, de profunda preocupación, de grandísima tristeza
siempre surge la voz del Señor en sus profetas, que invita al júbilo, porque no
hay motivo serio para la desesperanza ni la tristeza. Nos preguntamos: ¿Acaso
no es razón suficiente la pérdida de un ser querido, la guerra, el tiempo de
persecución, el terrorismo, el fracaso de una gestión económica, la enfermedad…?
Al menos en estas situaciones es heroico mantener la calma, cuánto más, una
cara alegre.
¿En
qué se basa la invitación a la alegría de estos dos personajes bíblicos? ¿Qué
razón dan para mantener con firmeza esta invitación?: «El Señor tu Dios, en
medio de ti» (Sof 3, 17). «Estad siempre alegres en el Señor» (Fil. 4, 4). Aquí
está el fundamento de la alegría de Israel y de la comunidad cristiana a la que
se dirige san Pablo: Yahvé se manifiesta visible en sus actuaciones en medio
del pueblo como un guerrero invencible, como el rey de Israel; san Pablo dirá
que es el propio Hijo de Dios, Cristo, quien custodia los corazones.
Esto nos ha de llevar a una reflexión en nuestra
propia vida: ¿Cuál es el fundamento de nuestras alegrías? ¿Por qué
experimentamos momentos de alegría inmensa, de euforia y, seguidamente, nos
hundimos en momentos prolongados de depresión, de tristeza? Sentir tristeza
ante las desgracias propias y ajenas es muy humano: ¿A quién no le acontece? No
en vano existe la obra de misericordia de consolar a los afligidos. Sin embargo,
el cántico atribuido al profeta Sofonías y la carta de Pablo a los Filipenses nos
deben ayudar a recomponer nuestra imagen. Por encima de estos momentos de
amargura está la alegría de sentir a Dios en medio de nosotros, «como guerrero
que salva» (Sofonías), como custodio de nuestros corazones (Filipenses).
********
No hay comentarios:
Publicar un comentario